Una parte de los operadores del barco de última milla de Amazon en Plaza, los 'stowers', llevan escáneres de dedos que iluminan los estantes para facilitar la clasificación. Y todo con música de fondo elegida cada noche por el personal.
Lo primero que llama la atención al entrar en el barco de la última milla de Amazon en Plaza es la música ambiental, a todo volumen. Elegida por la plantilla cada noche, es un elemento clave para mantener un ritmo frenético. El director, Santiago Blasco, señala que lo que "triunfa es el reguetón y la bachata", aunque la elección depende de los gustos de los trabajadores. "Traen sus 'listas de reproducción', las conectan a los altavoces y se organizan", dice.
Su particular banda sonora anima a los 'estibadores', los operadores que en la cadena de clasificación se encargan de depositar los pedidos en las bolsas en función de su número postal. Son lo más parecido a un cyborg, porque llevan en sus índices un escáner dactilar con el que hacen 'magia': al leer el código de barras de cada paquete, se iluminan los leds de la estantería específica donde tienen que dejarlo.
Todo está digitalizado para ser más eficiente. La mercancía, tan pronto como se descarga en la playa de recepción, inicia un rápido recorrido en las mesas de clasificación. Blasco detalla que hasta 18 trabajadores, llamados inductores, son los encargados de leer las etiquetas de envío con pistolas láser, que a su vez imprimen otras amarillas provistas de su propio código para facilitar su clasificación.
Los paquetes avanzan a través de las correas enrollables hasta cuatro pasillos, "los dedos", similares a las correas de las maletas de cualquier aeropuerto. No esperan a los viajeros, sino a los "recolectores", 28 operadores que se encargan de colocar cada pedido en carros habilitados junto a las largas estanterías de clasificación. Y los pasillos pululan los 'estibadores' para dejarlos en las bolsas de reparto que irán en las furgonetas. “No puede haber más de uno por corredor por seguridad debido al covid”, explica el director de la planta.
Cuando finaliza el turno de noche, los compañeros que preparan el traslado final de las furgonetas lo hacen en silencio. La banda sonora la proporcionan los carros y jaulas con los sacos, cargados con una cantidad de paquetes que van desde 17 a 22. Hasta una docena de estos sacos irán en cada vehículo. "Este trabajo requiere más concentración y por eso no tocamos música", añade Santi Castiello, en la empresa desde 2019.
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